jueves, 4 de febrero de 2010

Espejo primero




Cuando miro la lluvia
caer con orden perfecto
en este espejo del mundo,
recuerdo a un hombre que decía:
“Al mirar los ojos de mi amada
sin que ella me perciba
tengo un corazón en llamas
–sí, mas purificado por la lluvia.”

Sin embargo, casi siempre
era el hombre que al hablar
palabras de ocio
hacía de cada ademán
un escudo de armas
minuciosamente explicado,
como si en verdad
nunca fuera a morir.

La memoria,
cuando no es del corazón,
es bien mezquina.

¡Qué desperdicio
y qué lamento inútil en los labios!:
llegar a viejos
sin que jamás llegáramos a sabios.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Misma sensación, intuición y certeza, querido broderso...
Pareciera que la tendencia generalizada es la destruir lo aún valioso.
Aún sobrevivientes, nosotros y nuestro oficio... Aún.

Valdemar Ramírez: dijo...

Gracias por leerme, Anónima Conocida. Espero leerte seguido.