sábado, 6 de febrero de 2010

Espejo segundo




























El niño jugaba con el lodo recién descubierto,
que era las palabras.

El joven tuvo un gusto extraño
por palabras que sonaban a incendio.

El hombre bebió las ideas
de esos modernos literatos
hasta el asco.

¡No te permitas el engaño!
¡Deja ya de buscar ese espejismo
al que tan pomposamente llaman
La Originalidad!

Busca un modelo superior
y amóldate.

Y pide acaso a la pobre literatura
(a la que llaman hoy así los descreídos)
te recuerde lo siguiente:
“Ésta no es nuestra casa.”

No le pidas más,
porque sólo hallarás decepciones.

jueves, 4 de febrero de 2010

Espejo primero




Cuando miro la lluvia
caer con orden perfecto
en este espejo del mundo,
recuerdo a un hombre que decía:
“Al mirar los ojos de mi amada
sin que ella me perciba
tengo un corazón en llamas
–sí, mas purificado por la lluvia.”

Sin embargo, casi siempre
era el hombre que al hablar
palabras de ocio
hacía de cada ademán
un escudo de armas
minuciosamente explicado,
como si en verdad
nunca fuera a morir.

La memoria,
cuando no es del corazón,
es bien mezquina.

¡Qué desperdicio
y qué lamento inútil en los labios!:
llegar a viejos
sin que jamás llegáramos a sabios.